Impacto de las emisiones de contaminantes y uso de recursos naturales en la producción agrícola en México. Un estudio multisectorial

Abstract

La investigación analiza los efectos de la actividad productiva de la economía mexicana sobre las emisiones de contaminantes. Para ello, utiliza dos enfoques complementarios: Un enfoque dinámico: basado en el modelo de Insumo Producto Dinámico (IPD), que permite evaluar los efectos directos e indirectos de la demanda final sobre las emisiones contaminantes. Un enfoque estático: basado en la construcción de una Matriz de Contabilidad Social Extendida Ambientalmente (SAMEA), que permite analizar las relaciones estructurales de la economía y sus externalidades medioambientales. Los resultados de la investigación indican que el crecimiento económico en México está asociado a un aumento de las emisiones contaminantes. En particular, un crecimiento rápido del consumo final provocaría un aumento en al menos un 25% de las emisiones contaminantes, incluso si se producen cambios tecnológicos. Los sectores de la energía, ganadería y agricultura son los principales emisores de contaminantes en México. Estos sectores también tienen un impacto significativo en las remuneraciones al capital. En el corto plazo, las políticas públicas que promueven el incremento de ingresos, como las transferencias gubernamentales, tienen las menores externalidades, de 0.69% de incremento en las emisiones de contaminantes, comparadas con el resto en el medio ambiente. Por el contrario, las políticas que promueven el incremento de las exportaciones primarias tienen un impacto negativo en el medio ambiente, debido a que se le asocia un incremento en las emisiones contaminantes de 1.35%. Las conclusiones de la investigación sugieren que México se encuentra lejos de poder lograr sus metas ambientales sin cambios profundos en las tecnologías productivas y en las políticas públicas. En particular, se requiere: Una transición hacia una economía baja en carbono. Esto implicará un cambio en el patrón de consumo y producción, así como la adopción de tecnologías más limpias. Además de una política pública que promueva el desarrollo sostenible. Esto implicará la integración de los objetivos ambientales en las políticas económicas.